Queridos electores:
Hoy quiero compartir con vosotros algo que ocurrió ayer. Voy a pediros que os pongáis en el lugar de este candidato: imaginaros que lleváis años intentando, honradamente, aportar vuestro granito de arena a esa montaña que es Tres Cantos.
Como formáis parte de un sistema participativo, tenéis rivales -no enemigos, y así lo entendéis como demócratas convencidos- que os disputan el honor de representar a todos los vecinos, con su mandato para gestionar el gobierno del municipio.
Ahora imaginar que a cuatro días de acudir a las urnas, esos rivales políticos deciden apostar por una estrategia hostil, sucia e injustificable: difundir acusaciones infundadas, sembrar sospechas inventadas, airear supuestas malas prácticas que tal vez podrían haber existido (o tal vez no, eso les da igual), únicamente porque dicen -no prueban- que tu nombre aparece en una investigación a otra persona, y que tal vez, sólo tal vez…
Vamos, tal vez…el teléfono escacharrado hecho dardo envenenado.
Si fuera el magistral Gila diciendo aquello de “alguien ha matado a alguien y no me gusta señalar”, tendría hasta gracia. Pero no. Que con indirectas cobardes se pretenda dañar la reputación de personas honradas por cuatro votos, ni tiene gracia ni es de recibo. Es indigno. Y dice muy poco de la calidad humana de quienes, pudiendo elegir la concordia y una mano tendida, se agarran desesperadamente al “critica que algo queda”.
Por quedar, mejor me quedo con las buenas gentes que nos rodean, que son muchas y de corazón muy grande. Como esos vecinos de los que os he hablado estos días y otros como ellos. O como José Ángel Rodríguez, nuestro compañero de candidatura, que no deja de querer ayudar desde el hospital en el que convalece estos días. Por gente así merece la pena todo.
Y a los que, prefieren el “todo vale”, ya los pondrá en su sitio la razón, la justicia y, sobre todo, los tricantinos.