El pasado 29 de octubre una DANA asoló Valencia y varios municipios de Castilla-La Mancha y Andalucía. La lluvia torrencial descargó en pocas horas mucha más agua que en todo el año, provocando inundaciones y torrentes con una fuerza descomunal. Y a su paso dejó un rastro de muerte, destrucción y desamparo.
Todos vimos, con el corazón encogido, las imágenes de la desolación y, sobre todo, pudimos comprobar la desesperación de miles de personas que lo perdieron todo, muchas incluso a sus seres queridos.
A todos se nos disparó la determinación de ayudar como pudiéramos, pero los organismos encargados de gestionar la catástrofe y poner remedio a sus consecuencias, con buen criterio, pidieron que esa avalancha de ayudas que iba a producirse sin duda, se hiciera ordenadamente, sin precipitaciones. La razón era de peso y de una lógica aplastante: con más de 150 carreteras interrumpidas e intransitables, algunas literalmente borradas del mapa, esos primeros días era prioritario dejarlas exclusivamente para que los vehículos de rescate y emergencias pudieran acceder hasta las zonas devastadas.
Así nos lo trasladaron desde la Comunidad de Madrid, en permanente contacto con la Generalitat Valenciana. Desde el Ayuntamiento pedimos a los vecinos que tuvieran un poco de paciencia por esa razón y que, en coordinación con la Federación de Municipios de Madrid y el gobierno regional, ya estábamos organizando la recogida de donaciones de productos de primera necesidad, cuyo envío a la Comunidad Valenciana se haría de forma coordinada y desde un único depósito.
Hacer otra cosa hubiera sido precipitarse y la peor ayuda posible es la que nunca llega o se queda a medio camino. Por eso y ante las críticas de unos pocos, hubo valencianos y tricantinos relacionados con la zona de la tragedia, que a través de las Redes Sociales municipales mostraron su apoyo a nuestra prudencia, asegurando que nunca es tarde y que, lamentablemente, los afectados necesitarán ayuda y apoyo durante mucho tiempo.
Aunque la mejor respuesta fue la que dieron los tricantinos el domingo 3 de noviembre: 340 toneladas de generosa solidaridad en apenas 7 horas.
Como en anteriores situaciones de necesidad, Tres Cantos volvió a saber estar donde hay que estar: con las víctimas. Y para eso, nunca es tarde.