Esa luz que nunca se apaga

En la breve pero intensa historia de Tres Cantos ya hemos tenido que afrontar varias crisis, de esas que nos ponen en jaque a todos, por lo inesperado y por la dimensión del problema.

Primero fue la pandemia del coronavirus. Un año más tarde, Filomena, aquel temporal que cubrió de nieve nuestras vidas. El pasado verano un incendio que arrasó más de 500 hectáreas de Tres Cantos y amenazó a otros municipios vecinos. Y lo último: el gran apagón general que hace sólo unos días dejó sin electricidad a toda la península.

Como en las anteriores crisis, en el Ayuntamiento enseguida pusimos en marcha un dispositivo de seguridad y emergencias para prepararnos ante las consecuencias que, previsiblemente, iba a tener la falta de suministro eléctrico en el municipio.

Policía Local, Guardia Civil, Protección Civil y Empresa Municipal de Servicios, acudieron a la reunión que convocamos desde alcaldía, el concejal de Presidencia y Seguridad y yo mismo.

Fueron largas horas de preocupación e incertidumbre para todos, pero en ellas tuvimos la colaboración impagable de todos los implicados en ese dispositivo: agentes, concejales y empleados municipales y, una vez más, los ciudadanos. Como en otras ocasiones hubo tricantinos que se ofrecieron para ayudar en lo que fuera necesario, y el resto, demostrando un comportamiento ejemplar.

Han sido ya numerosas las ocasiones en que los vecinos de Tres Cantos han demostrado su generosidad y su civismo. Esa es una luz que no hay crisis que la apague.

Ninguno queremos que estas cosas ocurran, por supuesto. Sería deseable que todo funcionara siempre como un reloj, que nada nos sobresaltara. Pero la realidad nos despierta y nos sacude de vez en cuando. Y es entonces cuando se ponen a prueba los resortes sociales. Los de las administraciones públicas en primer lugar, como es lógico y exigible. Y a continuación los propios ciudadanos, pero también los empresarios, los pequeños comercios y todo el entramado que conforma una comunidad en la que a todos nos importan todos.

Aquí, en Tres Cantos, esos resortes están siempre bien engrasados y funcionan. Otro ejemplo es cuando se nos demanda ayuda para otros, por muy lejanos que estén. Se nos quedan pequeños los espacios municipales para recoger donaciones, como pasó con la DANA. Personas ayudando a personas, sin preguntar, sin esperar nada a cambio más que ayudar como nos gustaría que nos ayudaran cuando lo necesitamos.

Ante esa respuesta generosa, solidaria y desinteresada, sólo cabe sentirse orgulloso y decir, una vez más: gracias.