Gratitud y deber

Hace unas semanas, un vecino me pidió cita con el fin de despedirse de mí y agradecerme el trabajo realizado durante estos años. Le di las gracias por su amable consideración, pero le tuve que aclarar que no era mi intención abandonar la ciudad por mucho que algunos representantes políticos locales se hayan empeñado en dedicarme su tiempo en lugar de explicar su proyecto para nuestra ciudad.

En estos tiempos, en los que el consumo de la información se realiza sin filtro ni sosiego, algunos consideran que a base de hundir al adversario ellos se salvarán del naufragio. Quizás sea el último estertor con el que justificar el fracaso de su trayectoria saltando de partido en partido. Pero no creo que debamos perder un minuto en confiar que rectifiquen y antepongan el bien común a sus problemas personales.

Hoy mi partido me ha confirmado como candidato a la alcaldía de Tres Cantos en las elecciones del próximo 28 de mayo. Me siento agradecido por ello y, al mismo tiempo, imbuido de una responsabilidad que recibo con esperanza y optimismo. Tengo ideas, un proyecto ya iniciado y otros muchos que se complementarán para que la ciudad siga creciendo en desarrollo, progreso y valores.

También tengo un equipo de personas que ha demostrado y seguirá demostrando que tiene la voluntad y el conocimiento para trabajar duro por un futuro mejor; son tricantinos orgullosos de su ciudad y de sus vecinos.

Estoy seguro de que el trastorno de obsesión compulsiva de algunos candidatos proclamará ahora que mi compromiso acabará tras las elecciones. Al margen de que ese mensaje lleve incorporado el reconocimiento del fracaso propio, lo que busca es generar confusión y duda. Vuelve a imponerse la idea de que el mejor proyecto propio es derribar el proyecto de los demás.

No sabemos lo que la vida nos puede deparar, pero mi voluntad es la de seguir el camino que hemos emprendido juntos. Nada hay más importante que mi familia y Tres Cantos. Nadie romperá ese compromiso allá donde decidáis que deba estar. Y como decía Goethe, sus estridentes ladridos sólo son señal de que cabalgamos.