Las más grandes civilizaciones han rendido tributo a algo aparentemente tan humilde como los árboles. Tal vez porque en su sencillez, simbolizan muy bien lo que es la existencia humana: el vínculo con la tierra que los ve nacer, crecer, desarrollarse y morir, completando el ciclo de la vida. También formando parte de una comunidad, generando un entorno en el que cada individuo cuenta para hacer posible el desarrollo de la vida en sociedad.
Todos conocemos el valor que los árboles y los bosques tienen para que el aire que respiramos sea limpio y puro. Pero tal vez no siempre reciban la atención que merecen para lo mucho que nos dan. Especialmente en las ciudades.
Por eso, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, junto con la Fundación Arbor Day, pusieron en marcha un programa que premiase a ciudades comprometidas con su arbolado, más allá de usarlo como un elemento decorativo o de urbanismo.
Tres Cantos es una de las 210 Ciudades Arbóreas del Mundo, designada así por cumplir con los exigentes estándares establecidos para lograrlo. Entre ellos, una gestión adecuada del patrimonio verde, con una persona o departamento encargada de ello, con el presupuesto y los medios para su mantenimiento conforme a las normas del sector, que aseguren la protección de los árboles y de quienes se ocupan de ellos. Una ciudad arbórea debe contar también con un inventario y evaluar de forma continua el estado de sus bosques y árboles, planificando su plantación, su cuidado y en caso necesario, su renovación. Y también está obligada a dar a conocer su patrimonio arbóreo, difundiendo y fomentando su importancia vital, mediante campañas o actuaciones que permitan a los vecinos apreciarlo y, en lo posible, participar en su mantenimiento.
Tres Cantos es uno de los municipios más verdes de la región, con más de 55.000 árboles y una extensión de dos millones de metros cuadrados de zonas verdes. Un patrimonio que es de todos, como el prestigioso galardón que esta semana nos entregaron las representantes en España del programa de Naciones Unidas.
De todos es también la responsabilidad de colaborar para que siempre podamos seguir disfrutando de uno de los mayores tesoros que nos da la naturaleza. Porque ellos, los humildes árboles, nos dan la vida y, además, la embellecen.