Mañana, Dios dirá

Hay acontecimientos que por habituales se convierten en previsibles. Cuando en el último congreso de mi partido fui elegido vicesecretario de Acción Política, muchos se aventuraron a predecir que no sería el candidato a la alcaldía de Tres Cantos. Esos mismos, tan previsibles, se afanan ahora en decir que me iré nada más ganar las elecciones.

En sí misma, esta frase contiene una aceptación irresponsable de la derrota. No tienen en consideración algo esencial: el 28 de mayo nos enfrentaremos al juicio de los tricantinos. Si ellos dan por sentado un resultado, yo no. Creo en las urnas que evalúan lo hecho y lo que se propone para el futuro. Lucho y lucharé cada día para hacer de mi ciudad el mejor espacio de libertad, desarrollo y respetuosa convivencia; una ciudad abierta, culta, amable, que no deje a nadie atrás y que genere oportunidades: creo en vosotros y en vuestro poder.

A medida que se acerca la cita electoral siento con más fuerza la ilusión por continuar el proyecto que iniciamos hace cuatro años. En este último mandato hemos invertido como nunca antes hizo el Ayuntamiento en nuestra joven historia. Aún más, este año, si somos elegidos para continuar en el Gobierno, seguiremos mejorando las infraestructuras, los servicios, las dotaciones y todo lo que tiene que ver con la calidad de vida de nuestra ciudad. Lo podemos hacer porque supimos gestionar de una manera responsable y ahorrar como nos exigía la ley.

Estoy trabajando en un atractivo programa y en la elaboración de una lista de personas comprometidas con Tres Cantos y con ese proyecto ilusionante de futuro. Lo hago con toda la firmeza de quien se sabe responsable de crear el mayor bien común posible desde una manera de hacer las cosas que ahora tendréis que valorar con vuestro voto. Lo hago con optimismo y de manera positiva.

Nos han criticado, comprensiblemente, por lo que hicimos peor, pero nos han denostado también por lo que hicimos bien. Mientras, los más afectados por la enfermedad del odio crónico sólo se preocupan por extender la idea de que pronto dejaré de ser alcalde si renuevo vuestra confianza. Nadie puede decir qué ocurrirá mañana con nuestra vida. Lo que si os puedo decir es que no hay razón ni proposición alguna que aventure ese escenario. Mi compromiso con Tres Cantos es firme, sólido y lo será allá donde el destino me lleve, sea aquí o sea en cualquier otro lugar.

A Fiedrich Schiller, quien nos habló de la educación estética del hombre, se le atribuye la frase que dice que contra la estupidez hasta los propios dioses luchan en vano. Nos os dejéis convencer por los que se anidan en la confrontación y en los que hacen victoria de la derrota de todos. Os merecéis algo mejor.