Sostenella y no enmendalla

Cuentan de esta expresión que su origen nos remonta al castellano antiguo para referirse al honor de los antiguos hidalgos que se veían obligados a no retractarse y batirse en duelo una vez que habían desenvainado la espada. Hoy la utilizamos para describir la actitud de quienes se mantienen obstinadamente en sus errores.

Este mes hemos vuelto a recordar que queda mucho camino que transitar para lograr la plena igualdad entre hombres y mujeres. Es un camino que debe converger en un punto de equilibrio y que nos exige a todos una mente abierta y predispuesta a trabajar día a día en los pequeños y grandes asuntos.

Es por ello por lo que no logro entender cómo una parte del Gobierno sigue defendiendo una ley que se ha demostrado perniciosa; una ley espuria que ha provocado dolor y que se ha traducido en la reducción de más de 730 condenas a delincuentes sexuales y que ha sacado de la cárcel a un 10 por ciento de ellos. En definitiva, lejos de promover la protección de las víctimas se ha incrementado la indefensión.

Si los hechos se miden por resultados, esta Ley no solo se ha presentado como un auténtico desastre que debería provocar la dimensión inmediata de quienes la promovieron, sino que ha dado pie a considerar a los jueces unos machistas y al resto del mundo unos ignorantes.

Recuerdo “Libertad sin ira”, la canción de Jarcha que sirvió de banda sonora de la transición democrática. En ella se hablaba de gente “muy obediente hasta en la cama, gente que tan solo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz”. Esta canción fue lanzada en 1976. Hoy, 47 años después, a la secretraria de Estado de Igualdad le parece escandaloso lo que las mujeres desean en su sexualidad. Quizás le gustaría regular también lo que hacemos en nuestra intimidad montando una unidad especial de control. Uno de los pocos aciertos del presidente queda resumido en aquella frase en la que manifestaba que no dormiría tranquilo gobernando con Unidas Podemos. El tiempo ha demostrado que esta unión ha sido un matrimonio de conveniencia.

Esta Ley, junto a la imagen de un Gobierno abandonando los sillones azules y dejando solas a las ministras en un debate clave, demuestra que el consenso de la Transición ha quedado enterrado y que el Gobierno, con los escenarios electorales de mayo y final de año, ha entrado ya en la unidad de cuidados paliativos sin envainar la espada con la que morir matando. Sostenella y no enmendalla.